CENTRÁNDONOS EN LAS REGLAS DEL JUEGO… OBJETIVOS, por Gabriel Visan

La situación nacional e internacional actual es impredecible, cambiante y ya no respeta las “reglas del juego” hasta ahora. Esto a menudo puede conducir a confusión, desconfianza, incertidumbre y negatividad. Y, sin embargo, ¿qué podemos hacer para reescribir las reglas del juego y seguir evolucionando, desarrollándonos y disfrutando del éxito que queremos?

Establecer metas auténticas es el primer paso para una acción positiva y deliberada. Aunque las metas suelen ser imaginativas y visionarias, siempre son un preludio de la acción, una pista a seguir, un camino a realizar. Las metas nunca son un sustituto de la realidad. Son expresión de nuestras más nobles cualidades; son un ejercicio de nuestro deseo de liderazgo personal: el deseo de ser un poco mejores hoy de lo que éramos ayer y la determinación de ser aún mejores mañana. Para que nuestras metas tengan ese magnetismo que nos atrae hacia ellas y nos impulsa hacia nuestro éxito autodefinido, podemos guiarnos por estos principios de establecimiento de metas, estas “reglas del juego”:

Sus objetivos deben ser sus propios objetivos personales.

Es obvio que es mucho más probable que alcances las metas que eliges para ti mismo que las que otros generan. Pero tus objetivos también deben ser “personales” en el sentido de “individualizados”. Si no se basan en tus valores, tus metas no significarán nada, o casi nada para ti, no serán atractivas ni motivadoras.

Tus metas deben ser positivas.

Puedes decirte a ti mismo: “No voy a posponer las cosas cuando llegue el momento de hacer mi informe mensual”. ¿Qué imagen mental puedes ver de ti mismo “sin posponer”? Será mucho más probable que logre su objetivo si lo declara de manera positiva: “Completar mi informe mensual el primer día de cada mes”. Ahora tienes una imagen positiva para visualizar. Puede verse sentado en su escritorio haciendo su informe. Las metas, para ser efectivas, necesitan la fuerza motivacional creada por una imagen mental positiva de ti mismo haciendo lo que quieres hacer, o siendo lo que eres o lo que quieres llegar a ser.

Tus objetivos deben ser realistas y alcanzables.

Los objetivos deben representar un objetivo desafiante por el que pueda y esté dispuesto a trabajar. Por ejemplo, un recién graduado universitario con una licenciatura en química podría encontrar fácilmente un trabajo como técnico de laboratorio en un gran laboratorio de investigación comercial. No sería realista establecer la meta de ser el director de ese laboratorio de investigación dentro de seis meses. Lograr las habilidades necesarias y la rica experiencia sería imposible en ese período de tiempo. Debido a que tal meta no es realista, también tendría poco poder de motivación. Esto no significa que un joven técnico de laboratorio deba abandonar todos los planes para obtener el puesto de director. Una meta para un primer paso de progreso dentro de un período de tiempo razonable, junto con un plan para adquirir habilidades y experiencia adicionales sería realista y alcanzable y tendría un fuerte poder de motivación.

 

Las metas deben incluir cambios de personalidad.

A muchos jóvenes les gustaría ser el jefe de una empresa o tener un alto cargo, pero desconocen los rasgos de carácter o la personalidad necesarios para convertirse en un ejecutivo profesional. Como resultado, no tienen objetivos para desarrollar esos rasgos de carácter o personalidad. Independientemente del tipo de trabajo que realice o del puesto que ocupe actualmente, cualquier objetivo de desarrollo debe incluir el crecimiento de la personalidad necesario para manejar el puesto deseado.

Algunas personas están dispuestas a establecer metas sobre “tener”, pero no sobre “ser” o “llegar a ser”. Es vital establecer sus objetivos de “convertirse” antes de que pueda lograr los objetivos más tangibles de “tener”.

Así como la mente humana no comprende la palabra NO, la sociedad no puede progresar con personas que NO actúan.

¡Toma acción y disfruta del éxito que deseas y mereces.!